La selección femenil mexicana ganó un subcampeonato del mundo. Era 1971 y la FIFA no reconocía la participación de las mujeres en el deporte más popular del mundo. No importó; las mujeres ganaron.
Yolanda Ramírez y Elvira Aracen fueron las porteras; en la defensa estaban Irma Chávez, Martha Coronado, Bertha Orduña, Paula Pérez y Guadalupe Tovar, la capitana del equipo; en la media jugaron Elsa Huerta, Alicia Vargas “La Pelé” y Patricia Hernández. Mientras que en la delantera alinearon a Silvia Zaragoza, María Eugenia “Peque” Rubio, Eréndira Rangel, Sandra Tapia, Teresa Aguilar, Lourdes de la Rosa y María Hernández.
Fue la marca Martini Rossi quien patrocinó el encuentro y los gastos de viaje de las jugadoras de Argentina, Inglaterra, México, Italia, Dinamarca y Francia; las tres primeras jugaron en el Estadio Azteca, las demás en el Jalisco.
En el partido inaugural el Tri femenil no llevó uniforme de presentación, como sus contrincantes; tampoco la bandera nacional. Las participantes de Italia les prestaron una y las mexicanas le añadieron el calendario azteca.
El silbatazo inicial
La afición cumplió, el Estadio Azteca estaba lleno. No se sabe con certeza si fue por morbo, porque de verdad las apoyaban o por simple curiosidad; querían ver a las mujeres en el terreno de juego ante Argentina.
La capitana de la selección mexicana, Guadalupe Tovar, hizo el juramento deportivo. Ahí estaban el vicepresidente de la Federación Internacional de Futbol Femenil, Mario Rambaudi, y el jefe del departamento del entonces Distrito Federal, Octavio Sentíes Gómez; un día antes dijo a las seleccionadas: “¡Fibra, muchachas!”.
El primer tiempo finalizó con un marcador de 1-0 a favor de México, con gol de Patricia Hernández. Para la segunda mitad vinieron otros dos y uno más de las rivales. El final fue de 3-1.
En sus siguientes encuentros México derrotó a Inglaterra 4-0 y ganaron su pase a la final contra Dinamarca tras vencer a Italia 2-1.
El medio tiempo
Un año después de la Copa del Mundo masculina en México, la marca Martini Rossi encontró en el torneo femenil una oportunidad para promocionarse. El premio para ellas: cien mil pesos y una figura alada de 70 cm bañada en oro; la llamaron la Copa Rimmel, de acuerdo con El Universal.
Los boletos de los partidos iban de los 30 a los 80 pesos, ninguna ganancia para ellas. Por eso, antes de su partido contra Dinamarca enviaron un pliego petitorio al Comité Organizador: “Si no les son ‘satisfechas’ sus demandas no jugarán el domingo en el Azteca”.
Les respondieron que debían de solicitar el apoyo a la Federación Mexicana de Futbol Femenil. Al final jugaron, sin patrocinio. En el encuentro decisivo las mexicanas perdieron 3-1 ante Dinamarca. Alzaron el subcampeonato del mundo; fueron pioneras en el deporte.
Las jugadoras pensaron que podía ser el inicio de una liga profesional en el país. Llegó, pero 46 años después y hasta el momento las participantes en la Liga BBVA Femenil aún no pueden vivir del futbol como una profesión.